El pantalón corto es azul y los calcetines son blancos. Son futbolistas anónimos y amateurs, jóvenes y no tan jóvenes, que en la inmensa mayoría de casos nunca llegarán a vestir la camiseta del Arsenal, el Tottenham o el Chelsea, ni siquiera a ganarse la vida pegando patadas a un balón. Sus seguidores son los mucho más entusiastas, los mundiales tienen récords de rating y quienes lo practican viven en carne propia la pasión que envuelve al balón.